Pablo López, a pecho descubierto en Madrid: llegó, cantó, conquistó y se fue

Pablo López cerró el 'Madriz Summer Fest' en el Wizink Center con todo vendido y un público entregado
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Pablo López en el videoclip de Klpso

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Caía la noche en Madrid cuando el Wizink Center se ''vestía'' distinto para recibir a Pablo López. Diferente en comparación a su último encuentro donde el artista y 15.000 personas cantaban al únisono. Eso no ocurrió la pasada noche, estamos en otro momento de la historia, pero algo sí hay que no cambiará jamás: la música y las emociones que provoca. Una simbiosis perfecta, que regaló una noche inolvidable.

Como si del salón de su casa se tratase, López se fue desnudando canción a canción, con su música y con la de compañeros. Porque sí, durante el concierto el malagueño también rindió tributos y puso en valor la importancia de la música y de vivir la vida. Como en su mención a Pau Dónes, que por petición espontánea de una persona del público, el cantante se arrancó haciendo la versión más íntima al piano de 'La quiero a morir', de Jarabe de Palo y Alejandro Sanz.

En su llegada, con un foco a su persona, Pablo López con paso firme se dirigía al piano. El público le aplaudía y él a su público. Era un reencuentro especial. Fue volver a ''su casa''. El ''patio'' en el que poder ser sin límites ni filtros: libre. Aunque en el setlist previsto tenía marcados 21 de sus grandes temas, Pablo se dejó llevar por el momento y nada fue predecible.

Música. Silencio. Piano. Confesiones. Improvisación. Música. Emoción. Entrega. Más música. Esta secuencia se fue repitiendo durante toda la noche en la que no faltaron las sorpresas. En un momento de 'En mis zapatos', López se levantó del piano, se puso la mascarilla y ''desapareció''. El público, entregado aplaudía y cantaba con cierto misterio. Fue entonces cuando la señal de Pablo López se perdió y por sorpresa aparecía en lo más alto del palacio. Pablo quería estar más cerca que nunca de todos, que le sintieran por igual y corrió por toda la grada emocionando a su paso, conquistando e involucrando a unos fans euforico por el momento.

Durante todo el desarrollo de la actuación en la que sonaron Debería, Tempo, El camino, Dos Palabras, La mejor noche de mi vida, Vi, Mama No, Hijos del Verbo Amar, Tu enemigo, entre muchas otras, el cantante también se abrió a pecho descubierto. La pasada noche cumplía 26 conciertos de esta ''nueva normalidad''. 26 actuaciones ''valientes, excepcionales, difíciles'', porque no es fácil asimilar el impacto del ''nuevo cambio'' con la mezclas de flashes y recuerdos que llegan a la memoria de otras grandes noches en los mismos lugares que ha tocado estos meses. Por ello, no solo dio las gracias a la vida, al público, a la música, Pablo tuvo mención especial a su equipo, del primero al último, porque han sido su sombra en este viaje y también sus alas.

Una noche diferente e inolvidable. De las que se recordarán por muchas cosas, como por su cierre. Porque en un momento íntimo de confesión con su público el artista presentó Klpso, su última canción, un tema que escribió viajando por sus entrañas y sus diferentes etapas. Arrancó a piano y voz. Dejó el micro. Se sacó la chaqueta. Cantó a capela y a pleno pulmón. Desgarrado. Se levantó y se fue.

El 'Madriz Summer Fest' echó así el telón con las emociones a flor de piel gracias a López, piano y voz. López, la música y la vida. López, sus mariposas y el revoloteo. El que crea él y el que provoca en las emociones.

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