El emotivo recuerdo de Raquel del Rosario a su abuela tras su muerte: "La hemos visto apagarse despacito"

La cantante le rinde un homenaje, con un bonito mensaje y unas imágenes, en su cuenta de Instagram a la Yeya Consuelo, que acaba de fallecer
Raquel del Rosario

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Se le ha ido. Raquel del Rosario acaba de ver cómo su abuela Consuelo ha muerto cuando le faltaban apenas unos días para celebrar sus 103 años. La cantante le ha dedicado unas palabras de lo más emotivas en sus redes sociales, al lado de un puñado de retazos de esos recuerdos que deja tras de sí. Disfrutando con ella en diferentes etapas de su vida, pero también de esos hijos de la que fuera vocalista de El Sueño de Morfeo.

"Uno de los recuerdos más bonitos de mi infancia es la presencia de dos mujeres en casa, mi madre y mi abuela. Eran un gran equipo de crianza, dedicación y cariño. Cada día al llegar del cole, mi abuela nos esperaba en la cocina con la comida recién hecha, sabía que odiaba las lentejas, así que cuando tocaban, me sacaba una tortilla que había hecho a escondidas y me decía: 'A tu madre ni mu, ¿eh?'", comienza ese texto con el que ha pretendido darnos los detalles necesarios para que nos hagamos a la idea del tipo de persona que fue.



Un retrato para conocerla

"Era costurera, así que pude presumir de vestidos exclusivos que luego mis hermanas pequeñas heredaban. Aún la recuerdo cosiendo y bordando con cariño el de mi Comunión, el olor a aquellas telas en la habitación", prosigue en esa descirpción a la que acompaña con anécdotas de su vida, de esas que jamás va a sacar de su cabeza, pero, sobre todo, de su corazón: "En la adolescencia ya no fue tan divertido tener cuatro ojos y dos intuiciones vigilando, nunca olvidaré la cabeza de mi abuela asomando detrás de uno de los muros del parque donde quedé con un chico por primera vez. Mi abuela no era de esas que te echaban piropos o te hablaban con dulzura, era cañera y directa, su experiencia con el hombre no debió ser muy buena ya que no creía en el amor romántico: 'Tú, con lo guapa que eres, búscate un príncipe o un médico mi niña, lo demás son cuentos'".

La pena que le queda es cómo no ha podido alcanzar un año más por muy poco y esa sensación de haberla visto hacerse pequeña de manera paulatina: "En unos días hubiese cumplido 103 años, la hemos visto apagarse despacito, hacerse pequeñita, volver a ser un bebé, agarrándose a la vida con fuerza como el que no quiere irse. He observado con admiración como mi madre, con la ayuda de mi tía, se dedicaba en cuerpo y alma a cuidarla y acompañarla con amor en sus últimos años, el mismo amor y cuidado que ella nos dio". Y se despide con uno de esos broches de oro que llegan a lo más profundo del alma: "GRACIAS Yeya Consuelo, qué fortuna haberte tenido. Ahora descansa, ha sido un largo viaje".

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