"Me cansa mucho": lo que peor lleva Rozalén de los viajes y de lo que más disfruta lejos de casa

La cantante desvelaba ante Antonio Hueso esos detalles que más y menos le gusta cada vez que tiene que viajar, por ocio o negocio

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Esto es lo que más cansa a Rozalén de los viajes (sobre todo, de los que hace por obligación)

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Rozalén es de esas artistas que, cuando se sientan delante de un micrófono, se desnuda emocionalmente. Lo comprobamos hace poco, cuando emitimos el episodio de 'Modo avión', el pódcast original de CADENA 100 y Antonio Hueso, en el que nos permitió dar una vuelta por algunas de las anécdotas derivadas de sus viajes. También las costumbres o manías que tiene a la hora de afrontar esos periplos lejos de casa, por ocio o por trabajo. A fin de cuentas, a esa carrera musical que ha labrado le debe haber viistado muchos lugares del mundo. Pero, ¿qué es lo que mejor y lo que peor lleva de moverse de casa? Y comenzaba por el final.

"Empiezo por lo que menos, porque es lo más fácil. Aún así, yo soy una disfrutona y me gusta absolutamente todo", advertía antes de dar paso a eso que le da rabia de tener que embarcarse en carretera o en un vuelo: "Pero sí que me cansa mucho todo el tema de las maletas. Por ejemplo, en los aviones, tener que facturar, ir cargado, el tener que desnudarte para pasar el contro... Me parece muy cansino. En cambio, en el tren me lo gozo porque esa parte es más fácil. Así, por ponerte algún pero".




En cuanto a la parte positiva de las dos caras de esta moneda que era la pregunta de Antonio, era más que clara: "Y lo que más, de lo que más disfruto es cuando llego a los sitios y me tomo mi primera cerveza. O lo que se beba y se coma ahí. Me parece que está muy unido la gastronomía con el viajar. Además, yo soy de las que le gusta probarlo todo. En México, cuando probé los chapulines, los saltamonetes pequeños dije: 'Pero si esto es como las pipas tijuana'. Lo que tenga que comer y beber, me gusta probarlo". Eso sí, revelaba que había una ocasión en la que le costó más de la cuenta y una más en la que, directamente, no fue capaz de ingerir lo que le pusieron delante: "En Thailandia no pude, porque me impactó mucho. Las tarántulas se comen, y lo ves tan grande que dices: 'Uffff'. No me atreví, peor porque me faltó un poco de tiempo. O en China, que hay una cosa que son como huevos negros, lo que está podrido es raro al olfato y me costó. También te dicen: 'Vosotros coméis el queso fuerte este que huele a pies o los caracoles y no pasa nada'".

El viaje que cambió su vida

Para Rozalén, moverse de su zona de confort le ha servido para enriquecerse espiritualmente y trabajar la empatía. "Tengo un viaje que es el que me cambió mi manera de ver el mundo, que fue un viaje de cooperación internacional a Bolivia. Yo tenía 22 o 23 años, estaba estudiando la carrera, me cogieron con una beca de Castilla-La Mancha y era la primera vez que viajaba a Latinoamérica. En Bolivia fue donde conocí a Bea, a mi intérprete de lengua de signos y a un montón de amigos que ahora siguen siendo como mis hermanos. Fue la primera vez que yo veía una manera muy diferente de vivir. Fue la primera vez que vi mucha pobreza. No sé, a mí ese viaje me voló la cabeza. Creo que hubo como un abtes y un después en mí, en mi forma de ser", contaba en CADENA 100 en ese programa completo que puedes disfrutar aquí.




"He tenido viajes muy potentes. Con 14 me fui a Irlanda yo sola, que era la primera vez que pillaba un avión yo sola, a estudiar inglés con una familia irlandesa. Y yo no tení ani papa y, con 14 años, eres muy cría. Entonces, me espabilé total. Luego, al Sahara, a los campamentos de refugiados. Fue el viaje de más contraste de mi vida. Yo venía de terminar una gira, me habían puesto una suite en un hotel cinco estrellas y, de repente, fui a los campamentos de Argelia sin luz y sin agua. Que yo siempre decía que había cambiado un hotel de cinco estrellas por uno de millones de estrellas, porque el cielo del Sahara es de los más bellos del mundo, porque no hay contaminación de luz. Fue muy fuerte, porque cuando llegue a casa y abrí el grifo de la ducha caliente dije: 'Pero qué demonios, jamás valoro esto'. Allí tenía que lavarme con muy poquita agua y hacer mis cosas en un agijero en la arena. Eso todo el mundo lo debería vivir. Y fui muy feliz sin nada", era otra de esas reflexiones con las que nos invitaba a viajar a conocer por qué es la persona que ha demostrado ser.

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