Lo que pasó realmente entre Kiko Rivera e Isabel Pantoja durante su improvisado reencuentro en Cantora

Sale a la luz el contenido verdadero de esa conversación entre madre e hijo tras más de un año distanciados y sin hablarse por culpa de la herencia
Agustín Pantoja, culpable del distanciamiento entre Isabel Pantoja y Kiko Rivera

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14 meses. Ese es el tiempo que han tardado Isabel Pantoja y Kiko Rivera en tender puentes. Más de un año sin relación al que han dado carpetazo tras la muerte de doña Ana, la madre de la tonadillera, hace una semana escasa. A pesar de las cosas tan fuertes que él ha dicho se ella en televisión y de que parecía que las distancias eran insalvables, que nunca más iban a hablarse, el pasado jueves por la noche el panorama dio un giro radical. Tanto como para que, en estos momentos, la única duda sea cuándo va a llevar el 'DJ', junto a su esposa, a sus hijas a ver a su abuela.




Desde aquel día, se ha escrito y comentado mucho sobre los temas que trataron entre ellos en esa reunión privada. Algunos de los detalles, según explica ahora Saúl Ortiz en el diario 'ABC', no se ajustan del todo a la realidad. De hecho, en el mencionado medio se puede leer qué es lo que pasó realmente dentro de los muros de Cantora. Lo escribe después de haberse puesto en contacto con alguien muy cercano a la familia. También cómo Kiko no parece haber señalado de una manera tan rotunda a su prima Anabel Pantoja como se ha contado en las últimas horas.

Al parecer, si bien Rivera sí piensa que esta no ha sido lo suficientemente clara y contundente y no ha favorecido un acercamiento de posturas, no la culparía de todos los males que han reinado entre él y su madre, como sí que se ha dejado caer en diferentes medios de comunicación. Pero lo que sí mantiene es que esa tibieza con la que se ha manifestado sobre la guerra familiar, es lo que ha ido haciendo mella en él hasta desembocar en la situación ante la que nos encontramos.

Mucho por hablar

En cuanto a ese cara a cara con Isabel Pantoja, el periodista explica cómo no ha habido reconciliación. Sí que aprovecharon esas horas juntos para acercar posturas e ir preparando el camino de cara a una charla más profunda en la que se toque ese tema de la herencia que, como decimos, en ningún caso ocupó su tiempo. No era el lugar ni el momento adecuado para tratar estos asuntos espinosos. No en medio del dolor por haber perdido a una figura de tanta relevancia en el clan como lo era doña Ana. Sí hubo abrazos y gestos de cariño, de consuelo ante la muerte de un ser tan querido para ambos que les partió el alma.


Este explica que Kiko ha entendido que todo lo que le ha sucedido a su madre le ha pasado factura y que, al verla, se preocupó de manera considerable al encontrarla extremadamente delgada. Lo cierto es que, en los últimos años, todo este tipo de vaivenes le han pasado factura en lo físico a una mujer a la que la vida ha vuelto a golpear con especial virulencia al quitarle de su lado a la persona más importante que tenía. Una que, ahora que se ha ido, puede obrar lo que se antoja imposible: que su pequeño del alma vuelva a entenderse con ella y arreglen todo el desaguisado.

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