Pasarse de limpio también genera riesgos para la salud

Limpiar la piel en exceso hace que te expongas a unos riesgos innecesarios que hay que tener muy en cuenta en el día a día
Pasarse de limpio también genera riesgos para la salud

 

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Hay que ser limpios en la vida, en higiene y en actitud. Nada nos da más bienestar que un cuerpo limpio y una conciencia en paz, pero eso es una cosa y otra es obsesionarse con la hiegene hasta el punto de desembocar en un problema físico. Porque sí, puede pasar y de hecho pasa. La higiene en exceso también tiene sus riesgos y lo contamos a continuación.

Nadie duda de que una buena higiene es importante para vivir con buena salud, convivir y mantener una mejor calidad de vida. Pero como todo, pasarnos no es bueno porque no permitiremos dejar trabajar a nuestro sistema inmunológico que necesita estar expuesto a bacterias y virus.  Es por ello que la higiene en exceso pueda empujarnos hacia determinadas enfermedades. "Hay ciertas bacterias  que son malas, es decir que producirán alteraciones y son esas las que tenemos que erradicar, al contrario que  los microbios propios de nuestra piel, que son buenos y ayudan a un correcto equilibrio y funcionamiento de la barrera cutánea", explica a cope.es la doctora  María Teresa Truchuelo, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV)  

Cuando se rompe este equilibrio "es cuando pueden aparecer  problemas como el acné, la dermatitis atópica, dermatitis en zona genital (irritativas) y las pieles sensibles, reactivas o con rosácea pueden empeorar". Igualmente, "en las manos podemos ver dermatitis (eczemas, enrojecimiento, fisuras, descamación) que en ciertos casos puede ser exclusivamente por exceso de higiene".

¿Cómo saber entonces dónde se encuentra el límite para no pasarnos de limpios? "El objetivo de una  limpieza sana debe ser eliminar suciedad, celulas muertas y mal olor, pero siempre respetando la barrera cutánea", explica la doctora Truchuelo.

En el caso de la ducha diaria,  "ha de ser corta, con frotado suave y con agua templada". Además es importante "escoger buenos productos, con pH adecuado a nuestra piel y con poca fragancia y conservantes adecuados". Paradójicamente, "cuanta menos espuma hacen los productos de higine, suelen ser más adecuados por tener una menor acción surfactante". Las manos se deben lavar siempre "antes de las comidas o previo a la visita  a pacientes enfermos (inmunodeprimidos), bebés o embarazadas. También si hemos tocado animales o productos irritantes (pegamentos, pinturas...)".

La doctora Truchuelo considera como malos hábitos "el exceso de frecuencia en los lavados, baños con agua muy caliente, alargar demasiado el tiempo de contacto con el agua,  usar productos con muchas fragancias o conservantes agresivos". Otro fallo suele ser no secarnos bien, "lo que puede favorecer el sobrecrecimiento de flora indeseada como hongos".

En cuanto a la constumbre de esterilizar  chupetes o biberones  en los  bebés, la doctora recomienda solo la "desinfección antes del primer uso". Posteriormente "muchos pediatras recomiendan simplemente el lavado y fregado,  ya que es necesario que vayan desarrollando una flora intestinal propia que se va adquiriendo por exposición progresiva a diferentes microorganismos y bacterias".

Además "debemos tener cuidado con las toallitas limpiadoras ya que incorporan químicos que pueden ser agresivos para nuestra piel". Por regla general todos aquellos productos que tengan un pH superior a 5.6 pueden resultar agresivos.

Otro producto del que no hay que abusar es el líquido desinfectante de manos, tan de moda. "En ambiente hospitalario o con enfermos, el lavado de manos y uso de desinfectante ha demostrado ser lo más eficaz para evitar el contagio de enfermedades infecciosas, pero  en nuestro día a día, si no hay necesidad, con un lavado de manos correcto sería suficiente".

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