Carmelamola, el milagro de emprendimiento, mujer y síndrome de Down

Carmen Álvarez tiene dieciséis años y síndrome de Down, y es la emprendedora de su marca de bisutería Carmelamola, un proyecto de bisutería
Carmelamola, el milagro de emprendimiento, mujer y síndrome de Down

Carmen Álvarez posa con el logo de su marca Carmelamola. EFE

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Carmen Álvarez Rodríguez tiene dieciséis años y síndrome de Down. Despierta, sonriente y con buen gusto ha sido capaz de abrir camino hacia el emprendimiento al crear, con el respaldo de su familia, su propia marca de bisutería: Carmelamola.

“Carmelamola es un proyecto de pulseras y colgantes. Me encanta y le dedico tiempo los sábados y los domingos”, cuenta. Carmen Álvarez advierte, con orgullo, de que tiene “pedidos de toda España e, incluso, de otros países como Suiza”.

Confiesa que le gusta la música y es muy presumida, uno de los motivos que la han llevado a los complementos y accesorios que prepara con mimo bajo una lupa, porque tiene miopía y cataratas.
 

Ejercitar la  “psicomotricidad fina” fue el detonante de la creación de Carmelamola

Su padre, Manuel Álvarez, que preside Down Coruña y es miembro de la junta directiva de Down España, explica que las personas que tienen síndrome de Down “no tienen la misma psicomotricidad que el resto y necesitan desarrollarla”, y para ello,  hay “miles de técnicas” que los ayudan en tareas cotidianas como abotonarse.

“Para trabajar la psicomotricidad fina de Carmen, que desde pequeña siempre fue superpresumida, Ana Rodríguez, su madre, tuvo la buena idea de proponerle hacer lo que más le gusta. Con eso conseguimos que preste atención a la tarea durante más tiempo”, explica Manuel Álvarez.

Ana Rodríguez, que trabaja en la TVG, lleva los collares que hace su hija desde hace mucho tiempo: “Mucha gente me los veía puestos y me preguntaba por ellos: yo les decía que los hacía mi hija y los querían comprar. De ahí surgió la idea”, revela.

“Al público le gustaron los modelos que estaban expuestos sin saber que los hacía ella. Si la gente los compra, es porque gustan. Lo que hace, mola, y mola más por todo lo que tiene detrás”, continúa su padre.

Ana es la encargada de hacer los diseños, aunque su hija cada día es más autónoma y desarrolla sus habilidades con maña mientras “reconoce colores y organiza piezas”, en un trabajo “supercompleto” para una adolescente que, de momento, necesita ayuda para algunos remates.


Respecto al proceso de creación, madre e hija trabajan juntas, “crean sobre la marcha y, mediante la opinión de ambas, configuran las piezas finales” afirma Manuel Álvarez, compartiendo que las piezas favoritas de la joven a la hora de crear son los collares.

Carmelamola cuenta con todo el apoyo familiar pues, además del trabajo de su madre en el diseño, su padre se ocupa de las redes sociales y su hermana pequeña, Sara, de catorce años, preparó la página web donde están los productos a la ventabajo el símbolo de tres letras X rojas, en referencia al cromosoma extra que tienen las personas con síndrome de Down.

Manuel Álvarez dice que en agosto Carmen tendrá diecisiete años y se acaba su etapa escolar. “Lo habitual es pensar en una formación prelaboral, buscarle un empleo y formarla para ello. En este caso, pensamos que por qué no puede ser ella emprendedora”, agrega.

“Parece que emprendimiento y diversidad son difíciles de utilizar en la misma frase. ¿Te imaginas que esto funciona y que su empresa pueda contratar a personas como ella o diferentes a ella?”, reflexiona.

Por el momento, Manuel afirma que “se trata de un hobbie que complementa con sus estudios”, el principal objetivo de la joven por el momento y hasta que finalice su etapa escolar, aunque según afirma su padre, “Carmen tiene claro que le gustaría dedicarse a esto cuando acabe el colegio”.

“Esto no deja de ser una aventura. ¿Adónde nos lleva? No lo sabemos, pero no nos preocupa. Verla feliz y además del subidón que tiene de autoestima es lo importante, no hay dinero que lo pague”, concluye su padre.
 

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