Un enfermero publica el insólito cambio físico que ha sufrido por culpa del coronavirus: “Sigo con pesadillas"
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La pesadilla llegó sin previo aviso. El coronavirus golpeó a nuestras vidas de forma abrupta, cambiando nuestras costumbres, nuestras formas de relacionarnos y nuestra vida. En el camino se han perdido muchas vidas, demasiadas. Muchas familias han tenido que despedirse de uno o de varios miembros por culpa del maldito virus. Por su parte, los sanitarios han estado en la primera línea de batalla de esta guerra invisible a la que nos llevamos enfrentando más de un año. Por eso, la fotografía en la que aparece el antes y el después de un enfermero de un UCI ha sorprendido a medio mundo.
Su nombre es Víctor Aparicio y ha compartido en sus redes sociales dos fotografías suyas. Sí, son la misma persona. Aunque sea sorprendente, las imágenes compartidas por Víctor son un claro reflejo de los estragos que está causando el coronavirus en los enfermeros que están al pie del cañón en las UCI, combatiendo a la COVID-19.
“Un año separa estas dos imágenes. Un cambio exterior notorio. Un cambio interior complicado de explicar. A día de hoy sigo con pesadillas”, reza el mensaje de Aparicio. Además, la imagen, que una captura de pantalla de su perfil de Twitter, también lleva unas palabras muy similares: “Soy enfermera de UCI. Un año separan estas dos imágenes. Creo que es evidente el cambio exterior. No os imagináis el interior”.
El cambio es tremendo y deja sin palabras a todo aquel que lo ve. Dos imágenes que dan buena muestra de la dura batalla que están librando todos los profesionales que llevan más de un año de lucha contra el coronavirus. Sin duda alguna, unas instantáneas que deberían servir para concienciar a todas las personas que incumplen las restricciones relativas a la COVID-19.
Otro caso parecido en Italia
La pesadilla nos golpeó sin esperarlo. El coronavirus llegó a nuestras vidas de forma abrupta, cambiando nuestras costumbres, nuestras formas de relacionarnos y nuestra vida. En el camino se han perdido muchas vidas, demasiadas. Muchas familias han tenido que despedirse de uno o de varios miembros por culpa del maldito virus. Por su parte, los sanitarios han estado en la primera línea de batalla de esta guerra invisible a la que nos llevamos enfrentando más de un año. Por eso, la fotografía de las manos de un profesional que ha estado trabajando en las urgencias médicas de un hospital italiano ha sorprendido a medio mundo.
La imagen ha sido recogida por el prestigioso periódico italiano, ‘La Repubblica’, y en ella se aprecia la mano de un hombre de 48 años, Salvatore Quarta, anestesista en el policlínico Santa Maria alle Scotte en Siena. Una palma de una mano que no concuerda según la ves con la edad de la persona. Una mano que derrocha sufrimiento, dolor, esfuerzo… Una mano que es la viva imagen de la COVID-19, de los estragos que causa.
“Hoy, después de otro cambio agotador al quitarme los guantes, tres capas de guantes una encima de la otra, con la percepción de un ardor intenso durante el turno (sudor, gel desinfectante, talco), esta fue la visión angustiosa de mis manos repentinamente envejecidas 30-40 años, con pérdida de sensibilidad. Estamos acostumbrados a ver los rostros de los sanitarios, o más bien sus ojos cansados. Sin embargo, estas son nuestras principales herramientas de trabajo”, recoge el diario italiano.
“Nos quedamos 2-3 meses en la unidad de Covid y un mes en el quirófano (en mi caso), para 'descansar'.Parece una paradoja pero no lo es porque no es la cantidad de horas en sí lo que te mata, sino la calidad: horas pasadas en trajes de buceo, con mascarilla y pantalla protectora, tratando a gente cada vez más joven, con historias siempre lacerantes, humanamente difíciles de digerir”, termina diciendo el texto con el que se acompaña a la imagen de Salvatore en el periódico ‘La Repubblica’.
El profesional sanitario decidía enviar esta instantánea a la redacción del periódico italiano. La decisión ha sido reveladora. Estamos acostumbrados a ver las imágenes de los sanitarios con sus trajes especiales y su mirada a través de las gafas. Sin embargo, el esfuerzo al que expone el coronavirus a los sanitarios es tan brutal que los estragos que genera en su cuerpo habían sido invisible hasta el momento.
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