Hablar de los problemas alarga la vida
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Según Luis Rojas Marcos, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York, el ser humano necesita hablar tanto con él mismo como con el resto y este proceso de aprendizaje y terapia está directamente relacionado con la longevidad.
Todos los acontecimientos que vivimos permanecen en nosotros en forma de recuerdos y sensaciones que se repiten en nuestra mente de forma continua. Seguro que, si piensas en algún momento en el que fuiste muy feliz, notas la misma sensación que aquel día. Sin embargo, cuando nos guardamos para nosotros mismos los problemas terminamos magnificándolos.
Nuestra imaginación es capaz de transportarnos a lugares en los que pensábamos que no volveríamos a estar pero también puede generarnos más dolor si no hablamos de lo que nos preocupa. Por eso, el hecho de contarle a alguien el foco de nuestra tristeza provocará directamente que lo veamos desde fuera y le concedamos una estructura distinta a la que le estábamos dando.
El experto destaca la importancia de mantener una postura optimista ante todo ya que viviremos mejor si pensamos que controlamos las adversidades que se nos presentan. Aunque nuestro objetivo final es ser feliz, los problemas hacen que no mantengamos el equilibro necesario y pueden llegar a aislarnos. Al exteriorizar nuestros pensamientos, por lo tanto, vemos la situación desde otra perspectiva para buscar la solución que nos devolverá la alegría. Además, cuando hablamos con alguien le contagiamos automáticamente nuestros sentimientos, tanto buenos como malos. Una simple mirada esperanzadora puede darnos la fuerza y el ánimo que necesitamos para seguir adelante.
Aunque la vida está llena de situaciones inesperadas, nuestro envejecimiento depende de esas experiencias. Por lo tanto, si mantenemos una actitud positiva obtendremos una mayor calidad de vida.
