No te pierdas el tercer capítulo de 'Diario de una noctámbula' de Ana Méndez

Nuestra compañera de las madrugadas nos trae sus mejores historias del turno de noche en 'Las llamadas a la radio'
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Desde el principio, el turno de noche me ha parecido de lo más seductor. Cuando comencé en la radio, trabajaba de madrugada y guardo muy buenos recuerdos de esa época. Sin embargo, tuvo sus pegas y me llevé más de un susto. Hoy te voy a contar por qué:

Por aquel entonces las cosas eran muy diferentes y el acceso del oyente al locutor era mucho más directo y fácil. Eso te permitía charlar con muchos de ellos y conectar con la gente de una manera más cercana.

Hay todo un mundo al otro lado del teléfono y a mí me encanta que me cuenten. Nunca me ha importado entablar conversación con desconocidos y mostrarme cariñosa y amable con las personas que llaman. Encima, como acababa de empezar en la radio y me sentía importante, quería caerles bien a todos. Ahí comenzaron mis problemas. El oyente espera de ti tal compromiso, que le vas a decepcionar sí o sí porque, es evidente, que no puedes complacer a todo el mundo.

El teléfono era la única “red social” con la que contaban las emisoras de radio en esos tiempos y yo, que soy mucho de charlar, me adapté rápido. Enseguida me acostumbré a hablar con la audiencia, hasta el punto de llegar a identificar la voz de muchos de ellos (los más asiduos), de los que me sabía hasta sus nombres con solo escucharlos hablar.

He de decir que me he encontrado gente maravillosa a lo largo de todos estos años. Gente que me ha abierto su corazón y con la que he tenido conversaciones de lo más enriquecedoras. Sin embargo, la noche es también el refugio de “personajes extraños” a los que hay que tenerles respeto. Cualquiera puede coger el teléfono, marcar y decirte lo que le venga en gana antes de que tú puedas colgar. Y fue la gestión de este tipo de llamadas lo que más sudor me costó. Cuando trabajas sola, te vas a casa sola, es madrugada, suena el teléfono y detrás de la línea solo escuchas a una persona respirar... mejor no seguir, pero ya te garantizo que un martes a las 04’15 de la mañana, con cuatro gatos en la calle, te asustas, ya lo creo que te asustas. ¡Qué te voy a contar!

La radio musical es diferente, no requiere una atención especial para disfrutarla. La música es la compañera perfecta para cientos y cientos de personas que quieren evadirse y no estar pendientes de lo que les cuenten, y eso condiciona el tipo de gente que llama.

Muchas veces, es la soledad la que lleva a alguien a coger el teléfono y pedirte una canción a altas horas de la madrugada. Con el tiempo, aprendí a identificar al tipo de persona que se encontraba al otro lado de la línea: taxistas, camioneros, repartidores de prensa o pan, conductores de autobús, amas de casa con insomnio, gente sin trabajo enganchada a internet, enfermos, presos, gente sola con necesidad imperiosa de hablar y también, si bien en menor medida, la cruz de la moneda, personas con ganas de hacer daño, asustarte o, sencillamente, gente “rara”.

Y comportamientos de todo tipo: los que te esperan a la salida para conocerte; los que quieren saber de ti más de la cuenta; los que se aburren y te insultan; los que te cuentan sus problemas como si fueses el teléfono de la esperanza, en busca de ayuda; los que se consideran tus “amigos” por hablar tres noches seguidas contigo; o los que cotillean sobre tu vida, tus hijos, tus relaciones…

Por eso, hoy en día trabajo sin teléfono. Sí, así es, lo prefiero. Confieso que no atiendo llamadas desde hace 6 años, y no porque me haya vuelto borde, sino porque me distrae, me asusta y me complica la vida. Ni siquiera atiendo el móvil personal cuando estoy trabajando. La verdad, me viene genial la excusa “de que el teléfono te roba tiempo”. Sin embargo, sé que en el fondo no lo hago, porque no quiero tener la tentación de volver a “engancharme” a la gente. Precisamente, es la misma soledad con la que yo trabajo, la que me lleva a querer escuchar alguna voz al otro lado del auricular... Ja, ja… a que es de locos, ¿no?

Bueno, por hoy ya está bien de confesiones. La semana que viene, más cosas.

¡Hasta entonces, a escuchar CADENA 100!
 

CADENA 100