¿Qué ha salido mal en el nuevo videoclip de Aitana?

En realidad, nada. El videoclip de “Nada sale mal” es el claro ejemplo de lo que predica la canción. Los elementos quedan empastados a la perfección en un escenario de lo más vintage que juega con los colores pastel, añadiendo el marrón y el beige como toque principal.

Desde la tipografía utilizada, pasando por los diferentes planos cortos que van marcando el ritmo de esta cómica narración, hasta el look elegido para la artista, encajan con las buenas vibraciones que transmite este nuevo single que tanto estábamos esperando por parte de la catalana.

Las miradas

En este videoclip, dirigido por Willy Rodríguez, nos situamos en el interior de un hotel antiguo, de paredes azules y un ascensor en el que se desarrolla la acción.

Uno de los elementos clave, que se une a este juego de nuevos personajes que van entrando y saliendo del ascensor, son las miradas.

Las miradas entre Aitana y el actor protagonista, Fernando Lindez, pero también las que ella misma va lanzando a la cámara, convencida del mensaje que está enviando “Si jugamos bien nada sale mal, solo tienes que arriesgar”. Un mensaje que queda plasmado en las imágenes del vídeo.

Un viaje con un claro destino

En el videoclip, Aitana va haciendo un viaje en el ascensor del hotel, donde vemos que se monta en la primera escena. A medida que va ascendiendo se va encontrando con personajes de lo más esperpénticos y extraños:

Un chico que escapa de un cuchillo

Unas bailarinas que se unen al juego de miradas

Un chico que tiene una cita, al parecer, a ciegas

El botones del hotel, encargado de recoger el cuchillo

Una dinámica muy divertida que nos sumerge en alguna de las posibles historias que se podrían desarrollar en el interior de un hotel, representadas a través de un personaje en concreto.

Una dinámica que nos recuerda, inevitablemente, a la estética de la famosa película “Gran Hotel Budapest”

El final 

La parte que todos estamos esperando. El final. Vemos como el ascensor va descendiendo y sabemos cuál es su destino; seguir jugando a ese juego en el que "nada sale mal". Los botones del ascensor vuelven a enfocarse con la cámara (algo que ocurre durante todo el videoclip a través de planos cortos) y, por fin, marcan el bajo. Ambos, Aitana y Fernando Lindez cruzan de nuevo sus miradas y viajan a un nuevo espacio. Las luces se apagan y la magia habla.