Grandes problemas acerca del uso que le damos a las redes sociales

La mitad de los jóvenes confiesa usar el móvil de forma compulsiva para revisar sus redes sociales
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Redactora

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Toda una generación, desde los 14 hasta los 24 años usa la tecnología de forma compulsiva, lo que está provocando un gran problema de adicción. De este tema se hablaba el pasado sábado en ‘Viva la vida’, pues un estudio indica que las personas miramos el móvil una media de 150 veces al día.  Se le llama la ‘Generación de los likes’, es decir, los jóvenes nacidos alrededor de los años 90, que han crecido de la mano de las redes sociales y a los que más le afecta este problema. 

Ya a principios de julio, Instagram anunció la creación de nuevas herramientas contra el acoso. Pues bien, ahora la red está probando una nueva función donde el número total de "me gusta" ya no aparece bajo cada foto y solo puede verlo el autor de la publicación. El motivo se debe a que Instagram parece promover una competición de popularidad y, para algunos sociólogos, dejar de centrarse en los "likes" puede mejorar el bienestar de los internautas pero "al mismo tiempo, la aprobación popular seguirá estando disponible para quienes lo deseen".

La medida puede tomarse como un gesto por la salud mental, porque se crea una realidad digital que es impostada y donde uno se cree que la autoestima está influenciada por esos likes, pero también por salud física, pues se pone en riesgo la vida de la gente para conseguir la mejor foto, y así tener más seguidores. Un ejemplo de ello es la reciente moda de subir a edificios altos para sacar un selfie, una gracia que le ha costado la vida a 259 personas. Pero también puede tomarse como una estrategia de negocio, pues la tercera profesión más demandada es la de ‘Influencer’. Claramente hay una diferencia acerca de la exposición pública e intimidad entre las dos generaciones, padres e hijos. 

Según Adriana Arroyo, experta en adicciones a redes sociales: “Es adictivo, porque generas dopamina, y cada vez que recibes likes y buenos comentarios, tú sientes placer. El problema es cuando sobre estimulamos la dopamina” y añadía "está cambiando el comportamiento de nuestro cerebro en base a la adicción a las redes sociales”. Además lanza un mensaje para que todas las escuelas enseñen a gestionar las redes sociales y las emociones. 

Por otro lado, Berta Bernad, la ex influencer que ha escrito una novela para hablar de la desintoxicación digital y lo que cuesta, afirma haber cerrado sus redes sociales tras 7 años dedicada a esta profesión: “Fue una decisión muy personal y el cúmulo de estar constantemente alimentando a este personaje que había creado en redes, y que en ese punto se distanciaba de su verdadero yo” afirma la joven. “Cuando mezclas la parte profesional y personal, es cuando realmente empiezas a mezclar esos dos mundos”. 

La necesidad de conseguir ‘me gusta’ viene porque detrás puede haber un negocio. Los influencers son gente que empieza siendo anónima y después tienen muchos seguidores que les apoyan y siguen su estilo de vida, y las marcas les utilizan para vender sus productos.  Kylie Jenner es la influencer mejor pagada del mundo, y cobra 1 millón de dólares por colgar una foto en su Instagram. En el panorama español, la pionera fue Dulceida, que cuenta con 2,6 millones de seguidores y hace unos años cobraba entre 1.000 y 3.000 euros. 

El trabajo de influencer es un trabajo que todo el mundo quiere, porque a priori, es fácil y reporta mucho dinero, motivo por el que muchos jóvenes quieren aspirar a eso. Es el caso de Paula Arocha, una modelo de 24 años que, en una entrevista con ‘Viva la vida’ afirma que “lo dejaría todo por ser influencer”. Pero Paula ya tiene un trabajo haciendo presupuestos y se saca un sobresueldo como modelo. “Para mi esto no es un trabajo, porque no es nada sufrido” afirma la joven.  

Pero también existe la cara oculta de la vida influencer, y se ha recordado el fallecimiento de la influencer española Celia Fuentes, en 2017, una noticia que conmocionó a todos, puesto que parecía tenerlo todo pero que no supo gestionar la presión que conlleva este trabajo. 

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