Cuando unos mangos pueden darte un dolor de cabeza tremendo

Mateo & Andrea te cuentan la divertida historia que le pasó al escritor Alfredo de Hoces por culpa de un saco de mangos

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Cuando unos mangos pueden darte un dolor de cabeza tremendo

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Esta semana ha sido muy comentada la historia que le ocurrió a Alfredo de Hoces. Quizás no sepas quien es y le puedas llegar a conocer más por Fuckowski. En su cuenta de twitter ha contado una historia súper divertida que le sucedió al tener un lapsus en el momento en el que se montó en el coche y casi termina con una deuda de 400 euros por llamar a su seguro.

Alfredo acudió a un terreno que tiene un familiar. Allí cogería un saco de 30 kilos de mangos que su familiar le había regalado. Evidentemente, cargó este saco de fruta en el coche. Pero sería fundamental que lo situara en el asiento del copiloto. De repente, "Pongo rumbo a casa tranquilamente. Huele a fruta fresca. Pongo música. La vida es bella. Se enciende un piloto rojo en el cuadro de mandos. El coche empieza a emitir un molesto pitido", continuó en el hilo de Twitter donde contaba esta historia. Lo que nadie esperaba es que luego añadiría: "Un minuto eres feliz y al siguiente suena un pito y tienes que llamar ala grúa y dejarte 400 pavos en un taller". @Fuckowski continuó: "El pitido aumenta de frecuencia. Pues nada, vamos a resetear el coche. Me paro en la cuneta, pongo las luces de emergencia y paro el motor. El pitido cesa. Espero un par de minutos y arranco de nuevo. Salgo despacito. El coche ya no pita". Más tarde, Alfredo comienza a hacer sus propias conclusiones: "Justo cuando meto la cuerta vuelve el pitido. Empiezo a hacer diagnósticos en mi cabeza. "Esto está relacionado con la velocidad", me digo. Freno un poco y bajo a tercera".

Pero ahí no estaba el problema: "Nada, sigue pitando. Aumenta la frecuencia y parece que el volumen también. "Pues entonces esto es temperatura. Se ha calentado algo". En mi cabeza visualizo perfectamente el coche en llamas conmigo dentro". Tras esto, Alfredo pone marcha: "Arranco. Salgo muy despacio. Me quedo en tercera. Bajo las ventanillas; todo sea por ventilar. Al medio minuto vuelve el pitido. "Pero de qué te estás quejando si funcionas perfectamente, hombre", le digo al coche".

¿Qué pasaba al final? Alfredo llega a una gasolinera. Para. Desiste y llama a la grúa. Desde la compañía le preguntan de qué piloto se trata, a lo que él se fija, pero al tener presbicia, ve una cosa roja borrosa. Alfredo se pone las gafas y mira de nuevo el cuadro de mandos: "Es un icono de un monigote con cinturón de seguridad". Claro, ¡Alucinando! porque él llevaba puesto el cinturón, pero ¿Y el copiloto? En ese momento se da cuenta de que el saco de mangos pesaba tanto que el coche interpretó que se trataba de una persona: "Cuelgo el teléfono sin media palabra. Le pongo el cinturón al saco de mangos y vuelvo a casa en silencio". ¡Tremendo!

¿Quién es Alfredo de Hoces?

Por si no lo sabías, @Fuckowski, Alfredo de Hoces es un escrito Premio Internacional de Narrativa Fundación DRAC. Entre sus manos se encuentran novelas como 'Memorias de un ingeniero', 'De culo y contra el viento' o 'Tren a la estación perdida'.

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