El ranking de los momentos más extraños y frikis en la historia del Festival de Eurovisión

Seguro que tienes en mente, cada año, pasar una buena noche de televisión y música con merienda-cena por el Festival de Eurovisión, jugando a hacer vuestras porras y quinielas de ganadores y preparando la discusión eterna de que tal país vota a tal otro porque son vecinos o no le vota porque son vecinos…

En estas actuaciones siempre hay momentos muy frikis en el festival de Eurovisión, que a lo largo de su historia ha conseguido juntar una buena colección de episodios rarunos y muy frikis.

Con el número cinco. La frikada en cuestión la protagonizó Irlanda, cuando al Eurovisión de 2008 mandó a una cantante, lo normal, se llamaba Kitty B., pero no fue sola sino con, atención, un gigantesco pavo de peluche, de nombre Dustin, que entonces era tan popular en el país como nuestra gallina Caponata, a la que nunca enviamos a Eurovisión. Fue el mismo año en que nosotros enviamos a Frikilicuatre…

Con la cuarta posición del ranking: yo no sé si es exactamente una frikada, pero muy habitual no era en el festival, la verdad. En 2012, un año que como en todos, la mayoría de participantes eran chicos y chicas bien guapotes, mejor vestidos y sin un centímetro de grasa, a Rusia se le ocurrió enviar a interpretar la canción «Fiesta para todos», Buranovskiye Babushki, seis señoras con indumentaria regional y que entre todas sumaban aproximadamente unos 430 años. Fue memorable.

El tercer puesto es para Lordi, con su Hard Rock Hallelujah, lo más vikingo y siniestro que ha cantado en Eurovisión. La actuación fue apoteósica literalmente se habían escapado de un capítulo de Tolkien…

La segunda posición en el ránking se va para Ucrania en 2007, la canción fue Dancing Lasha Tumbai y el grupo que la interpretó daba toda la sensación, con sus trajes espaciales y una puesta en escena galáctica, que también se habían escapado, pero de un tebeo de Flash Gordon…

El número 1 fue un cantante llamado Cezar, que cantó It’s My Life (nada que ver con la canción buena) representando a Rumanía, literalmente vestido a lo conde Drácula posmoderno y con una decoración en tonos sangre y bailarines literalmente salidos del lado más oscuro de los Cárpatos.

Tenemos que reconocer es que el frikismo se ha convertido con los años un aliciente más en un festival que consigue cosas bien chulas, empezando por dar a conocer buenos cantantes y buenos temas y terminando por apostar por la sorpresa y las sonrisas, eso que tanta falta nos hace siempre y mucho más ahora.

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