Desde armas a churros de piscina: los objetos más raros facturados en un vuelo

La historia que os vamos a contar tiene su gracia, sobre todo porque empezó como una apuesta. Y la protagonista es una chica de 19 años, de nombre Sidney Fowls, que hace unos días viajó desde Ohio hasta Florida, para encontrarse con su familia y pasar unos días al sol en la playa.

Sidney, cargada con una maleta de ruedas y un «pool noodle» azul, que es como llaman en Estados Unidos a los «churros de piscina» estos que tan útiles resultan a quienes no saben o están aprendiendo a nadar. La maleta tenía las medidas justas para viajar con ella como equipaje de mano, pero el churro en cuestión por su tamaño tenía que facturarse.

El responsable de facturación le pegó la correspondiente etiqueta de facturación y Sidney se dirigió hacia la sala de embarque de su vuelo después de pasar por los controles de seguridad y no sin antes haber grabado con el móvil el proceso de facturación del churro desde que lo dejó en el mostrador hasta que el personal de carga lo introducía en el transportín de equipajes.

Antes del despegue de su vuelo, Sidney grabó desde la ventanilla del avión incluso el momento en que los operarios metían el churro, de apenas 100 gramos, en la bodega del avión. Y acto seguido subió el vídeo a su cuenta de TikTok. Al llegar a su destino, Sidney esperó pacientemente la aparición del churro en la cinta de equipajes… y fin de la historia.

Fin de la historia y un vídeo que hace un rato rondaba ya los 11 millones de visionados en las redes. Y, no nos olvidemos, con Sidney habiendo ganado la apuesta que había hecho con unas amigas después de un «…¿a que no eres capaz de facturar en el aeropuerto un churro de piscina…?». «¿Qué no? ¡Eso ya lo veremos!…».

Sidney es ahora 20 dólares más rica y el pretexto perfecto para recordar, ahora que después de la pandemia volar vuelve a ser más o menos normal, las cosas marcianas, increíbles y extravagantes que la gente factura o intenta facturar en sus viajes.

Precisamente, la Administración de Seguridad de Transporte de Estados Unidos, la TSA, tiene una cuenta en Instagram que está dedicada a compartir con la gente fotografías de esas cosas, a cuál más alucinante.

La TSA inspecciona cada año por cuestiones de seguridad millones y millones de maletas y en cuanto aparece algo especialmente raruno tiene el humor y el buen gusto de contarlo.

Por ejemplo, una de las cosas más inexplicables que ha intentado facturar un viajero, pasó en 2019, antes de la pandemia, fue, no te lo pierdas, una bolsa con varios kilos de excrementos de alce. No hay ninguna norma que lo prohíba, de manera que el pasajero consiguió colarla en el avión. Pero lo que no se ha sabido es para qué alguien viaja con una bolsa de caquitas de alce…

Algo tienen que tener los alces, sí, porque en la cuenta de Instagram de la TSA se cuenta con imágenes que hubo en 2019 otro pasajero que viajó con una pelvis de alce, como suena, literalmente con una bolsa de huesos animales.

Por cuestiones de seguridad, las autoridades aeroportuarias ponen especial celo en que los viajeros se abstengan de transportar armas. El récord del año en este sentido lo batió un ciudadano de Colorado, a quien la TSA le pilló una bolsa de mano con un hacha, un machete de campaña, una daga florentina de doble filo y una Shuriken, una estrella ninja de lanzamiento. El community manager de la TSA publicó la foto del arsenal con un divertido mensaje, que decía «que tengas buen viaje, romanticón…».

En los aeropuertos se detectan a diario miles de marcianadas. Te digo algunas más: una cabeza disecada de toro de lidia; un ramo de rosas con un cuchillo jamonero entre los tallos; un neceser de gran tamaño con material pirotécnico suficiente para montar una mascletá en fallas…

Por lo que no te paran en un aeropuerto, seguro, es por llevar una radio encima, que es lo que tienes que hacer para, ahora que las vacaciones están a la vuelta de la esquina, tener siempre a mano la mejor variedad musical que te damos desde aquí, desde Cadena 100.

‘De Sábado con Christian Gálvez’

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