Los gustos más sorprendentes de las mascotas: ¡y el increíble vídeo de Gary, el gato que sabe esquiar!

Un gato que sabe esquiar, un perro que toma poleo menta antes de dormir, gatos que aman el aceite de oliva... ¡las mascotas son sorprendentes!

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Los gustos más sorprendentes de las mascotas: ¡y el increíble vídeo de Gary, el gato que sabe esquiar!

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  • Foto: Gary The Cat Instagram

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Siempre se ha dicho que los gatos son exploradores, independientes y muy valientes. Quizá por eso de que 'tienen siete vidas' o porque son bastante curiosos, los felinos son especialistas en lanzarse en nuevas aventuras e investigaciones. Quizá fue eso lo que llevó al dueño de Gary a convertirlo en toda una estrella de las redes sociales, en las que arrasa con una faceta nunca antes vista en un gato: ¡le gusta esquiar!

"Gary The Cat", como se llama en las redes sociales donde cuenta con miles de seguidores, es un fan de las pistas de esquí canadienses, donde se le puede ver habitualmente viajando sobre la espalda de su dueño y totalmente equipado para surcar las laderas nevadas. Gary lleva gafas adecuadas para el frío y el sol de las montañas, ropita de abrigo... ¡lo tiene todo!

Lo más sorprendente que hacen las mascotas

Isa Gómez por ejemplo nos ha contado en Facebook que su perro tiene cierto gusto andaluz ya que se desvive por el gazpacho, ¡le encanta! Y hay otros animales que tienen gustos igual de refinados: hay gatos que pasan de las latas de atún pero no se resisten ante un buen pan mojado en aceite de oliva virgen extra.

Noelia, que tiene una gatita llamada Winny, y que tiene morrito fino y gallego: le encantan los rabitos de los pimientos de Padrón bien frititos. Pero la cosa no acaba ahí y es que le encantan las verduras en todas sus preparaciones,

Javi Nieves descubrió hace poquito que su perro Bolitxe es amante de los huevos: ¡el otro día se le rompió uno al caer de la nevera y su perro lo recogió del suelo a la perfección!

También hemos conocido al perro de Begoña era como una señora mayor: le encantaba tomar poleo menta, en una tacita, y después se tumbaba relajado a dormir. A partir de esa noche Patrick ya no podía irse a dormir sin su tacita de poleo.

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