El efecto ibuprofeno que tiene la música: lo que sucede cuando una canción te pone la piel de gallina
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Seguro que tú también has experimentado esa sensación de la piel de gallina al escuchar una canción. Porque, entre los muchos sentimientos que es capaz de despertar la música, está ese poner los pelos de punta. Pero, ojo, porque lo que se ha conocido ahora es que, eso a lo que puede que no hayamos dado la importancia que merece, puede tener un efecto terapéutico. En concreto, uno similar al del ibuprofeno. Ha sido gracias al estudio realizado por un investigador canadiense Darius Valevicius como hemos sabido que, mientras se te pone la piel de gallina, se reduce el dolor casi con la misma eficacia que si te tomaras ese analgésico.
¿Eres de esas personas a las que una canción les puede remover hasta ponerles, literalmente, los pelos de punta? Según Discovery, este fenómeno se llama frisson (emoción en francés), y no todo el mundo lo experimenta. Un estudio publicado en Oxford Academic afirma que sólo alrededor del 50 por ciento de las personas sienten escalofríos, se les pone piel de gallina o un nudo en la garganta al escuchar música, y los resultados concluyen que estas personas son más propensas a experimentar emociones extremas que las que no sienten tales sensaciones al escuchar música.
Efecto analgésico
Aunque es cierto que ya se había probado que la música puede calmar el dolor, el estudio de Valevicius afirma que los temas que provocan mayores respuestas emocionales pueden tener un afecto analgésico aún mayor. El científico y sus compañeros basan estas afirmaciones en un estudio realizado en 63 individuos sanos en la McGuill University de Montreal utilizando un dispositivo para calentar un área determinada de sus brazos izquierdos.
"Podemos aproximar que la música favorita redujo el dolor aproximadamente un punto en una escala de 10, lo que es al menos tan fuerte como un analgésico de venta libre como el ibuprofeno en las mismas condiciones. La música en movimiento puede tener un efecto aún mayor", afirma Valevicius.
Algunos de los participantes escucharon dos de sus canciones favoritas durante el proceso, mientras otros escucharon temas “relajantes” o canciones aleatorias que no habían elegido ellos. El resto no escuchó música. A cada uno se les conectó el anteriormente mencionado dispositivo en ocho ocasiones distintas a lo largo de siete mintuos. Cada una de estas veces, los sujetos tenían que cuantificar cuánto dolor habían sentido y de qué forma habían sentido los escalofríos o se les había puesto la carne de gallina.
La conclusión fue que los participantes afirmaban que el dolor era menos intenso escuchando sus temas favoritos en lugar de en silencio o con canciones aleatorias, con las que sentían más dolor. Con la música relajante, sin embargo, no hubo ningún efecto significativo.
"Encontramos una correlación muy fuerte entre el agrado por la música y el malestar por el dolor, pero una correlación nula entre el agrado por la música y la intensidad del dolor, lo que sería poco probable si se tratara sólo de efectos placebo o de expectativas", añadió Valevicius.
Los resultados revelaron además que, cuando los participantes escuchaban música que les producía escalofríos, su valoración de la intensidad del dolor y el malestar era aún más baja.
"La diferencia en el efecto sobre la intensidad del dolor implica dos mecanismos: los escalofríos pueden tener un efecto fisiológico de activación sensorial, bloqueando las señales ascendentes de dolor, mientras que lo agradable puede afectar al valor emocional del dolor sin afectar a la sensación, por lo que más a un nivel cognitivo-emocional que implica áreas cerebrales prefrontales”.
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