La aplaudida reflexión de Leiva sobre el camino del éxito: "La enorme flor que tengo en el culo"

Instagram le ha servido para verter esos sentimientos que le pasan por la cabeza como la estrella de la música que es desde hace muchos años
Leiva y su reflexión sobre el duro camino hasta llegar a donde está ahora mismo en el mundo de la música
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La inmensa mayoría de las veces, nos creemos que los artistas viven en una burbuja de irrealidad y que han realizado el camino sin apenas esfuerzo. Nada más lejos de la realidad. Por eso, creemos que es importante rescatar de la cuenta de Instagram de Leiva la última reflexión que ha realizado. Una para la que, para ilustrar sus palabras, ha querido rescatar una imagen de su álbum de la infancia, de cuando tenía apenas 12 años y aún no sabía que se iba a convertir en la estrella del pop rock ante la que estamos hoy. "Básicamente vivo una especie de irrealidad continuada en el tiempo donde me pagan por hacer lo que siempre soñé hacer. Salir de gira con mi banda y tocar para un público fiel y entregado", comienza en esas líneas tan sinceras y profundas que ha regalado a sus 425.000 'followers' en Instagram.

"Sin entrar en pequeños placeres magníficos como sacar un balón de la furgo y hacer unos pases largos en la estación de servicio mientras repostamos, o pedir pollo asado y vino blanco en ruta mientras charlamos del repertorio de esa noche. Todo esto entre amigos, la mayoría de ellos de siempre. Del barrio", prosigue antes de hacer hincapié en lo complicado que es llegar hasta esa atalaya desde donde él, ahora, contempla su carrera en la industria: "La probabilidad de que esto suceda es tan minúscula, y el privilegio tan desmedido, que el conflicto vital de repente cambia de carril y consiste en tratar de no normalizarlo bajo ningún concepto".




Las penurias de una senda complicada

Es entonces cuando ehca la vista atrás hacia esos años en los que poco menos que subsitía: "De mi amigo Jes, brillante malabarista, aprendí a brindar cada vez que llenábamos la nevera de nuestro minúsculo piso. Subsistíamos con la plata escasa que entraba de mis shows en clubs los primeros años de Pereza, y sus largas estancias en circos y cabarets. Siempre nos pareció un lujo". Y sigue con ese discurso tan trascendental que pretende nos deje con el gusanillo de la reflexión: "La mente humana se habitúa a lo bueno con una asquerosa facilidad poniendo el 'zoom' sólo en los aspectos vitales que te faltan, difuminando a ratos lo que has dejado en el camino, y los años que llevas quemando rueda en la carretera. Te ves malhumorado en una prueba de sonido por lo mal que suena un pabellón vacío que, horas más tarde, probablemente estará 'sold out'".

"Normalizar los privilegios es un acto mezquino. Siento bastante bochorno de mí mismo cuando me sucede. Aunque sea humano. Aún teniéndolo localizado, y dedicando concienzudamente unos cuantos pensamientos al día a recordarme la enorme flor que tengo en el culo, no siempre consigo hacerme cargo y disfrutar. Seré imbécil", remata no sin indicar un par de detalles de la instantánea que acaba de mostrar al mundo: "Yo con 12 años en alguna playa del norte".





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