Cómo le afecta a tu cuerpo el cambio de hora y cómo evitar sus consecuencias en nuestro organismo

En la madrugada de este sábado al domingo, deberemos atrasar el reloj una hora. Un gesto que puede tener efectos en tu organismo
La noche del 30 al 31 de octubre de 2021 hay que cambiar la hora: a las 3 volverán a ser las 2

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En la noche del sábado al domingo, podremos dormir una hora más. Esa es la frase de recordatorio que debes tener en cuenta para, al despertarte, no estar desubicado. Sin embargo, a pesar que en la madrugada del 30 al 31 de octubre podremos dormir -o disfrutar- una hora más, puesto que a las 3 volverán a ser las 2, esto puede causar una serie de consecuencias en nuestro organismo, acostumbrado al llamado horario de verano. Sí, efectivamente y a pesar de que aún quedan unas semanas para entrar en el invierno, toca empezar a volver a las rutinas propias de la época marcadas por la luz solar.

Pero, ¿qué es lo que pasa a nuestro organismo? Ni más ni menos que que se activa con la luz. De este modlo el efecto de levantarse cuando aún es oscuro produce una mayor sensación de cansancio que puede alargarse durante el día y generar, a la vez, una impresión de que no somos capaces de abarcar todas las tareas a las que ya nos habíamos hecho. Algo que también afecta, aunque en menor medida, al ritmo biológico.

Y hay que tener en cuenta que, según diferentes estudios, estos efectos son más acusados en las mujeres que en los hombres. En el caso de las mujeres, hay algo más: aquellas que hayan alcanzado la menopausia, experimentan una mayor fluctuación hormonal, que puede afectar al sueño y al estado de ánimo. Algo que se ve acentuado con este cambio de hora que tenemos que ejecutar este mismo fin de semana.




¿Cómo hacerles frente a estos efectos?

Sin embargo, hay ciertas cosas que están en nuestra mano y que pueden ayudarnos a que esta transición sea lo más leve posible para nuestro cuerpo. Empezando por adecuar el horario en el que nos vamos a la cama. Se puede retrasar la hora de acostarse 15 minutos, de manera paulatina, durante unos días y levantándose un poco más tarde. Si llevamos a cabo esto durante una semana, tu cuerpo apenas notará que ha habido una alteración en los horarios, ya que se lo estás dosificanco.

Evita las siestas. Es mejor llegar más cansado a la noche y que tu organismo se adecúe del modo que te hemos explicado en el párrafo anterior, que darle ese pequeño 'capricho' a mediodía y seguir acumulando alteraciones que tu sistema puede no asimilar de la mejor de las maneras. Del mismo modo, es conveniente aprovechar al máximo las horas de sol. Una manera de hacerlo y, a la vez, de no caer en la tentación de la mencionada siesta.

También el ejercicio puede echarte una mano. A pesar de que podamos pensar que esta actividad nos cansará y favorecerá entrar en un bucle de abatimiento, nada más lejos de la realidad, pues lo que hace es darnos una energía mayor y la oportunidad de aprovechar mejor todas las horas del día, por muy cortos que sean esos momentos de luz.

Si nada de esto te resulta una solución satisfactoria, no te precupes: se estima que, en tan solo cuatro días, el cuerpo se adapta de manera natural y casi involuntaria.

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